Los guaraníes misioneros, con pocas tierras y muchos niños muertos

En dos meses murieron al menos quince niños del pueblo mbya guaraní de Misiones, sobre una población total de cuatro mil personas. Denuncian como causas la ausencia de política aborigen integral y falta de tierras, hoy en mano de empresas forestales y papeleras.


Cada cuatro días muere un niño del pueblo mbya guaraní de Misiones por desnutrición o problemas respiratorios, desenlaces evitables con atención primaria, según datos oficiales de la Dirección de Asuntos Guaraníes de la provincia. Además, otros ocho chicos permanecen internados y el propio Ministerio de Salud nacional advirtió que la cifra de fallecimientos podría ser mayor, por posibles casos no denunciados. Los referentes indígenas y las organizaciones sociales resaltaron que el problema de fondo es el despojo de territorios, que impactó negativamente en las costumbres, alimentación y salud de los pobladores originarios.

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«Nos pelean porque somos pobres»

Desde hace dos semanas, casi mil indígenas acampan en la plaza principal de Resistencia, a la espera de que los reciba el gobernador. Aquí, la crónica de la protesta, los reclamos y los testimonios de tobas, wichís y mocovíes que, en muchos casos, llegaron por primera vez a la capital provincial. 

Desde Resistencia, Chaco

Todos le dicen «abuelo», pero se llama Mario Gómez, tiene 73 años, más de 1,80 de alto, piel oscura, pelo negro poblado de canas; camisa blanca derruida, zapatos con muchos kilómetros ya andados. Manos grandes repletas de cicatrices por cosechar algodón y hachar quebrachales en Pampa del Indio, en su chacra, a 250 kilómetros de Resistencia. «Nunca me vengo hasta esta ciudad, pero el atropello ya es mucho y está en peligro la tierra. Por eso acá estamos», explica con paciencia, rodeado de dos de sus catorce nietos, que escuchan con detenimiento. Junto a centenares de familias indígenas acampa desde hace trece días en la Plaza 25 de Mayo, en pleno centro de Resistencia y frente a la Casa de Gobierno, bajo improvisadas carpas fabricadas con nylon transparentes y plásticos negros, durmiendo sobre mantas viejas o directamente en el pasto, a la intemperie. Durante el día, el calor los agobia. El frío de las noches los tiene a maltraer. La tristeza de estar lejos de sus ranchos, en el monte, los angustia. Son casi mil tobas, wichí y mocovíes de todas las edades y variados puntos del Chaco. Esperan ser recibidos por el gobernador radical, Roy Abelardo Nikisch, y plantearle las demandas por tierras, salud, educación, vivienda y no discriminación. Aseguran que esta vez no se volverán con las manos vacías.

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