En dos meses murieron al menos quince niños del pueblo mbya guaraní de Misiones, sobre una población total de cuatro mil personas. Denuncian como causas la ausencia de política aborigen integral y falta de tierras, hoy en mano de empresas forestales y papeleras.


Cada cuatro días muere un niño del pueblo mbya guaraní de Misiones por desnutrición o problemas respiratorios, desenlaces evitables con atención primaria, según datos oficiales de la Dirección de Asuntos Guaraníes de la provincia. Además, otros ocho chicos permanecen internados y el propio Ministerio de Salud nacional advirtió que la cifra de fallecimientos podría ser mayor, por posibles casos no denunciados. Los referentes indígenas y las organizaciones sociales resaltaron que el problema de fondo es el despojo de territorios, que impactó negativamente en las costumbres, alimentación y salud de los pobladores originarios.


Julián Acuña, Hilara Sosa y Camila Duarte. David Benítez, Hugo Ocampo y Mariela Vásquez. Son sólo seis de los quince chicos guaraníes, de tres meses a 8 años, que fallecieron entre julio y agosto pasado. Deficiencia respiratoria, neumonía, desnutrición, paro cardiorrespiratorio, feto muerto, detallan las actas de defunción de los centros de salud de Misiones. Las muertes, que se difundieron oficialmente en el último mes, se focalizan sobre una población aborigen de 4083 personas, lo cual hace trepar la mortalidad infantil a cifras record.

«Se están produciendo muertes que son totalmente evitables con atención primaria de salud. Esto revela fallas del Estado», reconoció el director de Asuntos Guaraníes, Arnulfo Verón, funcionario del mismo estado provincial del que denuncia fallas. «Es una tragedia cotidiana que está íntimamente ligada a la pérdida de tierras», explicó Hilario Moreira, integrante de la Organización de Comunidades Mbya Guaraní (OCMG), que agrupa a 30 de las 75 comunidades aborígenes de Misiones.

En el ámbito del Ministerio de Salud de Nación, el Programa de Apoyo Para las Poblaciones Indígenas evaluó la situación de los mbya guaraní como «alarmante y la más grave, en salud, de los pueblos originarios del país». María Gabriela Martínez, a cargo del área desde hace tres meses, explicó que «la situación se agravó desde el invierno, entre julio y agosto se acentuó. El problema excede al tema salud, incluye lo social, la interculturalidad, la alimentación y los ámbitos donde viven». Sobre la posibilidad de que la cifra de niños fallecidos sea mayor, la funcionaria sinceró: «Como en todo lo que refiere al mundo indígena, no hay cifras oficiales rigurosas. Muchos recién nacidos ni están anotados, no tienen DNI, así que es muy probable que haya más muertes que las registradas».

Según datos preliminares de la última Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas del Indec, en Misiones viven 4083 mbya guaraní. Relevamientos provinciales estiman la existencia de 1200 familias ubicadas en todos los departamentos provinciales. La mayoría, el 65 por ciento, sobrevive en zonas rurales, pero con tendencia al desarraigo hacia zonas urbanas o hacinados en pocas hectáreas».

«No es casual que empezamos a morir a partir de la pérdida de territorios de la mano de las sojeras, las madereras y papeleras. Si hay 30 familias sobreviviendo amontonadas en 30 hectáreas, es obvio que no podrán tener alimentos ni las medicinas naturales que hacen a nuestra forma de vida», explicó Hilario Moreira, de Comunidades Mbya Guaraní. Aseguran que la pérdida de sus territorios les implica el abandono de sus prácticas culturales, productivas y la modificación de su vida comunitaria, que les provoca un brusco cambio de su hábito alimentario tradicional, en gran parte sustituido por asistenciales bolsones de comida.

Todas las organizaciones sociales y las comunidades indígenas recuerdan que la muerte de niños aborígenes no es un hecho reciente, sino una situación que se produce de arrastre desde hace décadas, pero acentuándose a partir de los últimos años. Un relevamiento del Hospital Samic de Puerto Iguazú, aportado a este diario por la Dirección de Asuntos Guaraníes, indica que de 265 chicos mbya controlados en 2005, el 60 por ciento presentaba algún grado de desnutrición, que afectaba especialmente a los más pequeños: entre los menores de 1 año, el 30 por ciento presentaba cuadros graves.

Juan Yahdjian es médico, técnico en alimentación, miembro de la Red de Agricultura Orgánica (ROAM) y trabaja junto a los guaraníes. «Misiones tiene una historia de tierras que explica el drama actual: cuando de territorio nacional pasa a ser provincia, unas veintiún familias se repartieron todas las tierras. Este pecado original sigue manchando todo y no hay voluntad política de cambiar. A los guaraníes les sacaron sus tierras, se los limita a pocas extensiones, se roban sus árboles y contaminan suelos y ríos. La muerte de niños exhibe la necesidad de cambiar el rumbo o el desastre crecerá».

En septiembre de 2004, las comunidades del mismo pueblo originario sostuvieron un acampe de 72 días en la céntrica Plaza 9 de Julio de Posadas exigiendo la renuncia de Arnulfo Verón por la muerte de diez niños por desnutrición. Hubo un acuerdo que prometía mayores recursos y un cambio de la política para los guaraníes. Dos años después, ante el agravamiento de la situación, las comunidades y organizaciones sociales vuelven a apuntar a Verón y reclaman respuestas al gobernador Carlos Rovira, que está abocado de lleno a una reforma constitucional que lo habilite a la reelección indefinida.

 

Publicado en el diario Página12 el 23 de octubre de 2006