Encabezado por el historiador Osvaldo Bayer, un centenar de personas debatió sobre la conducta del general que lideró el genocidio del indio. Proponen sacar de allí su estatua.

El primer paso consiste en que historiadores de todas las corrientes ideológicas cuenten quién fue el general Julio Argentino Roca. El segundo objetivo, remover la estatua del militar, en la esquina porteña de Diagonal Sur y Perú. El fin a mediano plazo: «Que el pueblo decida cómo deben llamarse sus calles, sus plazas y qué monumentos deben erigirse», explicó ayer Osvaldo Bayer, ante unas cien personas -otros historiadores, miembros de asambleas barriales y militantes sociales- que se reunieron frente al monumento y echaron una mirada revisionista sobre el general que encabezó la Campaña del Desierto, donde se asesinó a miles de pobladores originarios de la región pampeana y el sur argentino. El grupo, que se reunirá en el mismo lugar cada quince días, ya tiene nombre: Awka Liwen, que en mapuche significa Rebelde Amanecer. El mismo nombre que lleva una beba de un año, hija de una mujer mapuche y un blanco, que ayer estaban presentes en el lugar.

«Mejor un Mayo Francés que un Julio Argentino», «Roca = Videla», «Genocida», son algunos de los grafitti que ya figuran en la estatua de Roca, a metros de Plaza de Mayo, en la que el general mira hacia la Casa de Gobierno. Es una pequeña rotonda sobre la avenida del mismo nombre, más conocida como Diagonal Sur. Fue el escenario, ayer al atardecer, de una asamblea con oradores varios que leyeron documentos históricos en los que se confirman los asesinatos que el general cometía y ordenaba cometer sobre los pobladores originarios de la Argentina.

«No hubo batalla, fue una cabalgata bajo el sol patagónico y logramos 1600 muertos y otros 10.000 de la chusma. Era el destino de una raza salvaje que ya estaba vencida», decía Roca, según consta en documentos de la época que eran exhibidos como prueba de la matanza. La «chusma» corresponde a ancianos, mujeres y niños aborígenes que habían sido escondidos del hombre blanco por temor a lo que finalmente sucedió. «Los responsables de la masacre eran todos occidentales, todos muy cristianos», recordó Bayer.

Entre la gente de todas las edades, desde estudiantes secundarios hasta abuelos emponchados con bufandas y gorros de lana, algunos se comprometieron a conseguir un megáfono y otros prometieron acercar proyectos sobre qué erigir en el lugar para reemplazar el monumento actual. En asamblea se votó reunirse los jueves, cada quince días, y también se aprobó el nombre del grupo: Rebelde Amanecer o Awka Liwen, como la beba de un año, hija de la mapuche María Ñancucheo y el blanco Fabián Rocca. «Nada que ver con el genocida», se apuró él a aclarar.

Bayer recordó que «son muchos los nombres que debiéramos cambiar porque rinden homenaje a asesinos». Resaltó que la localidad de General Rauch rinde honores a un «degollador de ranqueles» y propuso que la rebauticen como «Arbolito», nombre del poblador originario que vengó el asesinato de su pueblo. También propuso que General Villegas pase a llamarse Manuel Puig, el escritor nacido en esa ciudad.

Como antecedente, en diciembre, la Asamblea Popular La Floresta convocó a una votación en la que el barrio decidió que la plaza Ramón Falcón -el jefe policial que reprimió una manifestación en 1910- se llame Ernesto «Che» Guevara.

El próximo encuentro de Rebelde Amanecer será el 3 de junio. Vendrán el historiador Felipe Pigna y el escritor David Viñas. Bayer destacó que también se invitará a historiadores que defienden a Roca. «Queremos que todos expongan sus ideas», enfatizó.


Publicado en el diario Página12 el 21 de mayo de 2005